“Si te peleas con el casero, te sacarán de tu casa”. La frase de Renata Burillo, presidenta del Consejo de Administración de Mextenis, resume una lección vital: las relaciones importan y apoyar a otros siempre será la mejor inversión. Desde hace dos décadas, el Abierto Mexicano de Tenis ha hecho de Acapulco su sede. Tras el paso destructivo del huracán Otis, este vínculo se ha transformado en un compromiso activo. Para Burillo, colaborar con iniciativas como “Construyendo” no es solo un gesto altruista, sino una responsabilidad ética.
El lazo entre Mextenis y Acapulco trasciende lo contractual:
“Aquí no solo están las instalaciones o el hotel —nuestros aliados—, sino el calor de su gente: taxistas, empleados, vecinos. Todos nos reciben con los brazos abiertos”, explica Burillo en entrevista. Esta conexión emocional ha cultivado una relación de confianza, especialmente crucial en momentos de crisis. La organización no busca solo entregar ayuda, sino dialogar con la comunidad. “Si nos necesitan, respondemos. Así se crea un ciclo positivo: ayudamos a nuestros vecinos y, juntos, construimos un entorno próspero”, añade.
Reconstrucción con propósito
Tras el huracán Otis, la urgencia por actuar fue inmediata. Mextenis encontró en “Construyendo” —organización con la que ya colaboraba desde los huracanes Ingrid y Manuel (2013)— un aliado estratégico. “Conocí a Alfonso Serrano, su presidente, hace años. Su dedicación para transformar comunidades es inspiradora”, destaca Burillo. Juntos, enfocaron sus esfuerzos no solo en reconstruir viviendas, sino en restaurar esperanzas.
“No venimos a dar casas y marcharnos. Queremos generar oportunidades duraderas”, subraya Burillo. Un ejemplo es la marca de café creada por una comunidad en Atoyac, que se promociona durante el Abierto Mexicano. Este proyecto simboliza su filosofía: el desarrollo debe ser sostenible y autogestionado. “Buscamos que, cuando ya no estemos aquí, las comunidades sigan prosperando”, afirma.
Impacto a Largo Plazo
Hoy, “Construyendo” ha identificado a 500 familias desplazadas y construido más de 138 viviendas. Pero el objetivo va más allá: “Queremos reconstruir el tejido social”, explica Alfonso Serrano. La meta es unir comunidades y crear oportunidades mediante infraestructuras rehabilitadas, como escuelas y centros comunitarios.
Para Burillo, este esfuerzo colectivo refleja un principio esencial: el hogar no son cuatro paredes, sino un espacio donde hay apoyo mutuo. En tiempos difíciles, su labor demuestra que la solidaridad puede transformar realidades. “La gente no necesita solo casas; necesita un futuro”, concluye. Y en ese futuro, cada acción cuenta.
