Efraín Juárez estrenó su rol como director técnico de Pumas con un triunfo impecable: 2-0 ante el Alajuelense en la Ida de octavos de la Concacaf Champions Cup. Más allá del resultado, el estadio vibró con una ovación cerrada para el estratega, quien cumplió su sueño de guiar al equipo que ama. “Lo soñé, no solo lo imaginé”, confesó con emoción.
Juárez dejó claro que su prioridad no son los números en el marcador, sino la identidad del equipo: “El resultado es lo que menos me importa. Quiero que juguemos bien y que la afición se sienta representada”. Su enfoque mezcla humildad y visión estratégica, heredada de su experiencia como jugador y ahora desde el banquillo.
El apoyo de los seguidores fue clave. “Me voy feliz por el recibimiento. Este tren ya arrancó y no se detendrá”, declaró, destacando cómo la conexión emocional con los fanáticos impulsa al equipo. Para él, cada vitoreo es un recordatorio de que el fútbol se vive con el corazón.
Análisis técnico
Aunque celebró la solidez defensiva (“se vio la mano de Juárez”), reconoció desafíos: “Falta afinar las jugadas de gol”. Su balance entre autocrítica y confianza define su estilo: celebra los avances sin ignorar los detalles por pulir.
El retorno goleador de Rogelio Funes Mori tras meses sin anotar fue un símbolo de renovación. Juárez enfatizó su filosofía inclusiva:
“Aquí no hay titulares ni suplentes. Todos compiten, y el compromiso es la moneda de cambio”.
Con esta victoria, Juárez no solo colocó a Pumas en la ruta correcta de la competencia, sino que reavivó la fe en un proyecto donde la pasión y el trabajo colectivo son pilares. “Esto es solo el inicio”, parece decirle a la afición, que ya lo adoptó como el líder que esperaban.
Legado en construcción
Su debut no fue un simple partido: fue la materialización de un sueño personal y una promesa de fútbol vibrante. Con un equipo que cree en su visión y una hinchada que late al ritmo de sus convicciones, Efraín Juárez escribe un capítulo que podría definir una era en la historia de Pumas. El mensaje está claro: cuando el corazón y la táctica se alinean, los resultados son solo cuestión de tiempo.
